Aquí en Chile:
agosto 2017-abril
2020
Hace ya casi tres años, inicie un viaje de Venezuela a
Chile. De más de media vida vivida, según
las estadísticas, al inicio de una vida cero kilómetros (¿?).
Quizás deba iniciar con un encuentro distinto conmigo, con
la que se fue, con la que llego, con esa que dejó un tiempo de cotidiana
existencia, para no desperdiciar en quejas y tristezas la que le resta. Lo primero que tengo que decir, decirme, es
que hacían varios años que me encontraba con el deseo de Anchimalen, de la
"Voz del Síntoma", del conocer a la Nana, patrimonio vivo de Chile. Hacia
ese desear dirigí el timón y arribé a buen puerto, textualmente. Pocos días después de un largo viaje
Caracas-Santiago-Linares-Concepción -Puerto Montt, por tierra, embarqué el
transbordador que me dejó en Chiloé. En
Anchimalen encontré una naturaleza que suavizó la vorágine del caos del terruño
maltratado. Allí fui descubriendo a "Cachai altiro", un regalo de
vida que se abrió ante mis ojos durante meses. Compañeros de camino que se me
revelaron y, ante quienes yo me expuse con la tranquilidad de saberme respetada
y amada. misericordiosamente. Socios de proyectos comunes y diferentes que se
acogen con la responsabilidad de querer el bien común. Ante los cuales uno se
compromete y, el Otro también y rendimos mutuamente cuenta de lo realizado con
la Alegría del Nosotros en desarrollo.
Luego vino un periplo de búsqueda de trabajo que me condujo hasta
Viña del Mar, una ciudad que conocía por su Festival anual histórico. Pero no me dirigí a la “Quinta Vergara”, sino
al Servicio de Salud Viña del Mar-Quillota, hogar de mi quehacer profesional
hasta hace poco menos de un mes. Ir y venir de Viña a La Ligua, de Quillota a
Limache, a la Unidad hospitalaria al interior de la cárcel de menores (UHCIP).
Experiencia de conocer el sistema publico de salud con sus debes y sus haberes.
Ejercí con permiso de la Seremi de salud, atendí una asombrosa lista de pacientes
con dos años en espera, usuarios GES, enseñe un poco de clínica psiquiátrica, realice
consultorías con las comunas de salud mental de Petorca, visite las postas y
los Cesfam, me “enlace” con el hospital “San Agustín” de la Ligua, aprendí a
lidiar con el sistema administrativo a trancas y barrancas, pero poco supe y sé
de hojas Excel y registros. En el equipo ESMA entre como coordinadora y salí
con la alegría de haber atendido a quienes necesitaban de mi quehacer. Compartí con PRAIS y su gente bella y atenta.
Cultive en la UHCIP Limache un equipo de trabajo clínico-psicosocial que además
de experiencia me dejo gente querida.
Ahora, con eunacom y conacem suspendidos, pero con mi saber
integro y mis deseos de servir renovados, quiero estrenar nuevos proyectos que
me permitan remover la tierra y plantar algunas semillas que traje como
equipaje, entre ellas la semilla del encuentro terapéutico. Deseo, como al
principio, practicar en suelo ajeno el ejercicio cotidiano de contactar
genuinamente con aquel o aquella que no soy yo para estar a sus ordenes y cultivar
la vida buena, de la salud integral y el bienestar común.
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